Escribe Omar Martín de Alquimia Running
Estamos hoy, producto del coronavirus, transitando por días complicados para nuestra sociedad. De golpe y sin previo aviso quedamos confinados al encierro con la intención de cuidarnos y cuidar al otro. Algunos lo hacen en grandes casas con amplios patios, otros en el campo y algunos en pequeños departamentos sin patio y sin espacios al aire libre.
A medida que los días avanzan, la cuarentena comienza a calar más profundo en nuestras vidas y sobre todo en los niños pequeños. Así afloran muchas necesidades (económicas, afectivas, etc.) que en algunos casos no podemos satisfacer, una de ellas es la necesidad de movimiento.
Es curioso ver cómo los especialistas de diferentes áreas recomiendan para este periodo de “puertas adentro” realizar actividad física (como así también actividades vinculadas a la danza, música y las artes visuales) para mantenernos no sólo físicamente saludables sino también a nivel mental. Es aquí donde la actividad física, apunta como una de las soluciones a una problemática que debemos resolver para que la misma no tenga consecuencias en nuestros niños y niñas y, por supuesto, en sus familias.
Es sabido por todos el lugar que nuestra disciplina ocupa en la escuela (y en la sociedad en general) y la valoración que hay por parte de la gran mayoría de los actores institucionales sobre ella. La misma es considerada muchas veces simplemente un espacio para que los maestros descansen, un recreo controlado donde los niños y niñas puedan jugar, pero yo creo que no es así, ya que es un proceso que se trabaja codo a codo con el maestro.
Pero ahora, la Educación Física debe dar respuestas que “rompan” con el sedentarismo de chicos y grandes. Así la actividad física cobra una relevancia vital que se refleja sobre todos en las redes sociales, a través de la publicación de infinidad de rutinas y actividades que ayuden a “moverse”, cómo así también en las aulas virtuales y grupos de WhatsApp de las escuelas. La necesidad de un estímulo desde lo físico se hace imprescindible porque, como muchos padres expresan, sus hijos “caminan por las paredes” al no saber ya qué hacer.
Muchos dicen que los profesores en Educación Física tenemos algo “especial”, somos creativos, divertidos, manejamos grandes grupos sin problema y podemos motivar a que cualquiera se mueva. Entonces aquí estamos, creando actividades, de acuerdo al espacio físico de cada hogar, grabando clases virtuales con ejercicios, creando los más ingeniosos circuitos, imaginando elementos con lo que hay en casa que permitan ejercitarse a nuestros estudiantes / familias. Buscando que el no poder tener contacto no disminuya nuestras prácticas y sobre todas las cosas pensando y defendiendo que sin actividad física jamás podríamos hablar de una verdadera educación integral.
Muchas cosas deberán cambiar entonces para que la actividad física, la vida en la naturaleza, el deporte, la gimnasia, el juego (que es muy importante volver a jugar) sean más atractivas para nuestros estudiantes que los celulares.
Todo cambio comienza desde adentro, sin egos, sin individualismos, con auto critica, aceptando la palabra del otro sin querer imponer la propia. Si esto se hace bien, el cambio se multiplica.
Convirtámonos entonces en agentes multiplicadores de un cambio posible para lograr más gente realice actividad física. Que la crisis que estamos atravesando nos encuentre más unidos y más fuertes, trazando líneas de acción en común que jerarquicen nuestra profesión y nos posicionen con más fuerza dentro de las instituciones y la sociedad. De nadie mas depende.
Martin Omar
Lic. en Actividad Física y Deporte