La Escuela de Acrobacias Aéreas de Allen cerró preventivamente a mediados de marzo. El receso se fue extendiendo con la cuarentena y todavía no hay plazos claros. Aunque el deporte se reactiva de a poco, las profes no saben cuándo podrán abrir. Florencia Méndez y Emiliana Belich resumieron el presente de ‘Vuelo‘ y cómo se preparan para trabajar.
«Nos afectó bastante porque recién habíamos arrancado, casi no trabajamos en el verano. Teníamos unas 100 alumnas de entre 3 años a adultas de 45 años. Las voladoras chiquititas son las que más lo sienten, muchas nenas no tienen tela en casa y lo virtual se nos dificultó un montón«, contaron Florencia y Emiliana. Hicieron el intento de dar clases por internet, pero notaron que las familias están saturadas de compromisos virtuales. «No había mucha retroalimentación, sabemos que muchos padres están trabajando en casa, más la escuela, las tareas… Entendemos que están con muchas cosas», explicaron. «Se puede entrenar lo físico online pero el elemento es super necesario. Podemos hacer elongación y fuerza que ayudan, pero no lo complementan», expresó Florencia.

La acrobacia aérea tiene la particularidad de amalgamar la actividad física con el arte. Como disciplina deportiva, pensaron que podrían retomar cuando abrieran los gimnasios. Sin embargo, las consideran como academia y deberán esperar. «Estamos en un grupo, una comunidad de toda la Argentina, y los protocolos tienen que ver con la distancia social, que se respeta totalmente. Acá las telas están a una distancia considerable y se podría utilizar un sólo elemento por alumna, ya sea tela, aro, trapecio u otro elemento aéreo. Y usando barbijo, que se complica un poco pero lo que se tenga que hacer lo vamos a respetar», comentó Florencia. «En cuanto a la higiene, nosotros nos adherimos a la tela con resina, que es a base de alcohol y la estamos usando todo el tiempo», agregó Emiliana.
La sola idea de volver a ver a las nenas hace que los rostros de Flor y Emi se iluminen. En su voz se nota que extrañan la dinámica de enseñar y acompañar el crecimiento de cada una de ellas. «Va a ser como empezar de cero. Se pierde muchísimo al parar, esto es un entrenamiento constante. Lo notamos cuando paramos en el verano. Se pierde fuerza, elongación, se nota. Vamos a tener que ponerle muchísima garra», anticipó Florencia. «Hay mucha gente que no se anima, que piensa que no va a poder pero acá todos los días te vas con algo. Tratamos de que se vayan con energías de querer más, que algo logré, que se puede. No sólo es fuerza de brazos, es integral… flexibilidad, resistencia», agregó Emiliana.
De puertas cerradas, la escuela sobrevive porque algunas familias abonan igual la cuota de forma solidaria. Acordaron aceptar el pago siempre y cuando no afecte la economía familiar. En muchos casos, los padres están trabajando menos o directamente no han podido tener ingresos. Además, el propietario del salón decidió no cobrarles el alquiler mientras dure la cuarentena. «Siempre tenés gastos mensuales con luz, agua, gas pero gracias a Dios podemos sostener la economía. El dueño nos acompañó muchísimo y por eso no hemos cerrado. Sabemos que hay academias de todo el país que han tenido que cerrar porque es imposible», expresaron.
Las profes no pierden la esperanza de poder retomar torneos y de empezar a diseñar la muestra anual. «La incertidumbre es cuándo volver pero la presentación la vamos a hacer de todos modos porque es para nosotras, para las familias y nos gusta mucho», adelantó Florencia. «Siempre les preguntamos a las chicas que les gustaría mostrar, qué mensaje quieren dar, quieren dejar una impronta. Cada año tenemos una temática diferente y en eso basamos coreografías, luces, música, todo», contaron las profes. «Paciencia, ya nos vamos a volver a encontrar, a entrenar y a disfrutar con todo. Muchas lo toman como un deporte, otras van a competir, otras vienen para distraerse. Queremos que tomen de este espacio lo que necesiten», agregaron. Por ahora, el principal consejo es cuidarse para superar juntos la pandemia.
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